Jabón Potásico



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El jabón potásico es capaz de controlar varias de las plagas frecuentes en el jardín, sin contaminar ni generar problemas a las personas y animales. No en vano está aceptado en agricultura ecológica por su nula toxicidad.
Puedes aplicarlo sin miedo a causar daño a tu organismo o a tu familia, y tus mascotas también estarán a salvo.
El jabón potásico, quizás, no es el más eficaz de los plaguicidas, pero sí el menos dañino para ti y para el medio ambiente.

Usos del jabón potásico

Este plaguicida está aceptado en agricultura ecológica; puede aplicarse en dichos cultivos sin perder la certificación. No entra en la planta (no es sistémico) y se degrada rápidamente, por lo que no requiere plazo de seguridad. Recoger los frutos casi de inmediato no sería un problema.

En jardinería se utiliza sin restricciones, a diferencia de otros fitosanitarios con efectos más agresivos. Esto supone que sea muy empleado para el control precoz del pulgón, la cochinilla, la mosca blanca, los trips y otros insectos de cutícula blanda.
Además, tiene un efecto limpiador sobre las hojas muy interesante: lava los residuos de melaza generados por los insectos, evitando la aparición de la negrilla. También es útil para combatir este hongo al inicio de la infección.
Los ácaros tampoco escapan a su efecto, siendo muy competente contra la araña roja.

Composición

El jabón potásico es el resultado de la reacción de lípidos (grasas) con el hidróxido de potasio; para darle forma líquida se le añade además agua. El proceso es similar a la fabricación de los jabones de sodio utilizados como detergente, pero estos son más agresivos (no apropiados en jardinería).
El jabón de potasa no dañará los tejidos de los vegetales. Además, al degradarse, acabará sirviendo de abono.




Aplicación

Como ves, casi todo son ventajas con el jabón potásico: es biodegradable e inocuo. Para colmo, de rebote, es una fuente de potasio para las plantas.
Este plaguicida ecológico actúa por contacto; reblandeciendo la cutícula protectora de los parásitos, que utilizan además para respirar. Provoca la asfixia de éstos, sin dañar a otros insectos beneficiosos como las abejas o sus propios predadores naturales, útiles también para controlar la plaga.

A causa de su mecanismo de actuación, deberás ser meticuloso y aplicar bien el producto por toda la superficie de la planta, intentando alcanzar al mayor número de individuos. Pon especial atención en las partes en crecimiento, donde los tejidos son más tiernos, y no te olvides del envés de las hojas; allí es donde más encontrarás.

El mejor momento para realizar el tratamiento será a la salida o la puesta del sol, en ausencia de viento y de lluvia que lave la aplicación. Además, debemos tener en cuenta que no haya excesivo sol ya que, al pulverizar la planta, éste podría quemar las hojas.

¿Cada cuándo emplearlo?

Para prevenir las plagas lo mejor es aplicar una pulverización de jabón potásico unas 3 o 4 veces, dejando algunos días de descaso entre tratamiento y tratamiento. Además, como el tratamiento es tan poco agresivo, no habrá problemas si en algún momento decidimos aumentar la frecuencia de los tratamientos. De todos modos, debemos PRESTAR PUNTUAL ATENCIÓN A LA REACCIÓN DE ESTE SOBRE NUESTRA PLANTA, si llegas a ver que las hojas se entristecen o encorvan es que está demasiado concentrado por lo que podrás diluirlo con agua preferentemente de garrafón, de lluvia o que no contenga minerales para no afectar su PH, cuidando siempre que al tocarlo puedas sentir esa pequeña consistencia jabonosa.

Desventaja principal

La única desventaja que tiene este producto aplicado como plaguicida, es que no es muy potente. Si la plaga que afecta a nuestro cultivo está muy avanzada y se ha propagado por todo el cultivo abundantemente, probablemente el jabón potásico no sea suficiente para acabar ella. Este producto puede combatir plagas poco avanzadas y prevenirlas, pero podría no ser suficientemente eficaz si el problema ya está extendido y descontrolado.
De todos modos, el hecho de que respete el medioambiente y de que no sea nocivo ni para nosotros, ni para el resto de animales e insectos, es más que suficiente para que lo consideremos nuestra primera opción cuando tengamos que combatir una plaga. Y si después de emplearlo seguimos teniendo problemas, tendremos que pasar a emplear productos químicos más potentes.

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