Tu verdadera identidad

Crecí por años protegida

en el regazo de mis padres,

crecí creyendo que el mundo era color de rosa

y que para tener un futuro perfecto

sólo hacía falta crecer.

Tiempo después te conocí,

¡Tú!, la persona de mis sueños,

la pareja que anhelé tener,

el ser humano perfecto

para mi vida perfecta.

Nos convertimos en una pareja

que al estudiarla

sólo sumaban uno,

pues tú eras mi ser.

Eras la razón de mi existir,

mi sueño, mi ilusión,

mi vida entera.

Quise correr y dijiste ¡espera!,

eso no es lo tuyo,

yo comprendí al instante

pues tú sólo buscabas mi bien.

Después, quise llorar

y tú sólo negaste con la cabeza,

yo entendí que eso

sólo hacía verme débil.

Reí y me callaste,

no había motivo para hacerlo

de tal modo.

No lo entiendo,

me dije un día,

siento explotar algo

en mi interior

y no sé qué es.

Siento llorar y no puedo,

quiero soñar y no recuerdo cómo,

anhelo reír y se me ha olvidado sonreír,

quiero pensar y lo único

que a mi mente viene es tu nombre.

¿Eres mi amor?

¿Eres mi vida?

¿Eres mi ser?

Y la respuesta, por fin,

a mí llegó.

¡Asesino!

¿Asesino? Me pregunté,

volteé a mi alrededor, observé,

después enfrente de un espejo

yo me paré, observé.

Me di cuenta que efectivamente

es un asesino te habías convertido:

golpeaste mi vida,

me arrebataste el amor que por mí yo sentía,

dañaste mis sueños,

mutilaste mis anhelos,

despedazaste mis ilusiones,

balaceaste mi dignidad,

pisoteaste mis valores,

robaste mi alegría,

absorbiste mi energía.

El resultado:

un cuerpo inherte que

actúa a tu voluntad

un ser sin razón de ser,

una persona sin esencia,

un alma que va a donde el viento va.

¡Simplemente, me mataste!

CCM

Compartiendo con el corazón